Mi viaje más largo
Nunca he hecho un viaje realmente largo en mi vida. Hace unos 25 años, viajé con un grupo a Santorini, en Grecia, durante quince días. Allí, un profesor de baile nos enseñó danzas griegas. Viajé en tren al aeropuerto de Zúrich y desde allí en avión a Santorini. Cuando me bajé, un viento seco y caliente ya soplaba hacia mí en las escaleras. La luz me cegó. Nos llevaron a nuestro hotel en autobús.
Me gustaron las casas blancas con los tejados azules. Casualmente, un equipo estaba filmando una película.
Me gustó mucho la comida griega. El baile también era lo que había imaginado. Hicimos varias excursiones guiadas en nuestro tiempo libre. Una vez, incluso, bailamos sobre un volcán. Allí se elevaban humos blancos y olía a huevos podridos. No obstante, fue una experiencia muy interesante para mí.
Tuve problemas con la luz brillante de Grecia. De repente, vi relampagos de color y tuve que ir al oftalmólogo.
Una noche fuimos de excursión a un castillo para disfrutar de la puesta de sol bailando en la orilla del mar. Por desgracia, también había allí un perro callejero, que me mordió en la pierna. Se podían ver bien las marcas de los dientes puntiagudos. No fue necesario ir al médico porque no sangraba.
Me gusta recordar aquella lejana aventura, pero hoy en día prefiero quedarme en Suiza.
Al menos viajo mucho en mi mente leyendo libros sobre países extranjeros.
Mi viaje más largo
Nunca he hecho un viaje realmente largo en mi vida. Hace unos 25 años, viajé con un grupo a Santorini, en Grecia, durante quince días. Allí, un profesor de baile nos enseñó danzas griegas. Viajé en tren al aeropuerto de Zúrich y desde allí en avión a Santorini. Cuando me bajé, un viento seco y caliente ya soplaba hacia mí en las escaleras. La luz me cegó. Nos llevaron a nuestro hotel en autobús.
Me gustaron las casas blancas con los tejados azules. Casualmente, un equipo estaba filmando una película.
Me gustó mucho la comida griega. El baile también era lo que había imaginado. Hicimos varias excursiones guiadas en nuestro tiempo libre. Una vez, incluso, bailamos sobre un volcán. Allí se elevaban humos blancos y olía a huevos podridos. No obstante, fue una experiencia muy interesante para mí.
Tuve problemas con la luz brillante de Grecia. De repente, vi relampagos de color y tuve que ir al oftalmólogo.
Una noche fuimos de excursión a un castillo para disfrutar de la puesta de sol bailando en la orilla del mar. Por desgracia, también había allí un perro callejero, que me mordió en la pierna. Se podían ver bien las marcas de los dientes puntiagudos. No fue necesario ir al médico porque no sangraba.
Me gusta recordar aquella lejana aventura, pero hoy en día prefiero quedarme en Suiza.
Al menos viajo mucho en mi mente leyendo libros sobre países extranjeros.
Mi viaje a B.A.
Mi viaje que hice en el interior de Argentina era de Rio Colorado que se encuentra en el sur de Argentina que también tiene el título “la puerta para la Patagonia” a Buenos Aires.
Como ustedes saben; yo trabajaba en una chacra (cultivación de frutas) y yo tenía mano libre de hacer como yo quería. La cosecha era mi sueldo y mi responsabilidad sobre el dueño era la de pagar las deudas que convenían.
Casi un mes antes de la cosecha hacían en los galpones los dueños de las cooperativas la ronda en las chacras para comprar frutas
porpara vender en sus regiones.Así llegaban también a mi galpón. Nosotros hiciéramos el contrato y todo salió bien hasta que se acaba la cosecha en estos tiempos no recibía el sueldo que me convenía. Se me reventó la paciencia y tenía que viajar a Buenos Aires.
Los buses con salido de Rio Colorado a Buenos Aires partirán desde Rio Colorado o la terminal Rio Colorado que se encuentra en la ruta.
El bus a B.A. te dejaban en Terminales que estaban en la ruta hasta llegar a la Capital. El viaje de Rio Clorado a Buenos Aires duraba aproximadamente 13 horas este es el tiempo que se tardaba en recorrer la distancia de 705 km que separaba las dos ciudades.
Como el folleto te aseguraba una vista maravillosa y pintoresca, pero por el momento con la bronca no vi nada.
Con tantas discusiones con el dueño del galpón, recibí mi sueldo y me sentí feliz. Tomaba el mismo día el bus para Rio Colorado y ahora vi la buena vista de los paisajes a veces con una monotonía en verde. (La Pampa)
Me encontraba al próximo día en la madrugada en casa.
Mi viaje más largo
En el año 1999 hice mi primer viaje a América del Sur. Dos años antes nuestro hijo vivió en Ecuador por un intercambio de alumnos y en este tiempo no pudimos visitarlo. Queríamos conocer este hermoso país y mi marido y yo viajamos con nuestro hijo a Quito. Ahí encontramos a su familia anfitriona.
Visitamos Quito con su casco antiguo y los monumentos históricos y vimos también los alrededores de esta ciudad tan impresionante.
En estas tres semanas tuvimos la
ocasiónoportunidad de conocer un poco las costumbres y la vida común de una cultura diferente.Hablábamos solo un poco de español.
Nuestro hijo fue el traductor
ye introductor en los modales culturales.Después de tres semanas en Ecuador (¡incluido Galapagos!) mi marido y yo volamos solos a Cusco/ Perú.
Tuvimos tres semanas más para viajar en transporte público de Perú hasta Santiago de Chile. En este viaje visitamos muchos sitios especiales, encontramos muchas personas amables en los hostales, en las excursiones o durante el viaje en los autobuses.
Fue una experiencia inolvidable porque hemos planificado de día a día (en este tiempo sin móvil, pero con mucha ayuda de la gente que nosotros hemos encontrado).
Desde este viaje hemos visitado Ecuador unas veces más, porque tenemos familia ahí.
Mi viaje el más largo
Era un viaje por dos meses por Vietnam. Estuve allí en bicicleta. Había una carretera única del norte hasta el sur que
eraestabacubridocubierta de polvo y de barro.Por eso puse una pañuelo sobre la nariz. Lo más desagradable eran los camiones con sus escapes negros. Realmente
pericolosopeligrosos por otro lado eran los buses que conocían solo pedal de gas y la bocina.Así que puse algunos tramos en tren y buses e hice excursiones en lugares alrededor de una ciudad en el campo. Pero atención, nunca salir de la vía por el peligro de las minas.
Comencé mi aventura en Hanoi.
En los primeros días en esta ciudad no me atreví a ir en bicicleta por tráfico caótico, las calles estrechas llenas de bicicletas, motos. Por eso fui de excursiones, la primera de una semana en barco a la bahía de Halong. Más de 1900 rocas calizas, en su mayoría islas y rocas deshabitadas, se elevaban a veces varios cientos de metros fuera del agua. Casi cada metro otra vista.
Habían pescadores que vivían en casas sobre postes de madera o en barcos, pueblos flotantes. No podía dejar de asombrarme. En algunas rocas habían cuevas, en que vivían murciélagos. Una de ellas era una cueva con estalagmitas y estalactitas.
Después una excursión en el norte, en Sapa, donde hize senderismo cuidado, fui en bicicleta en el campo alrededor de Hanoi.
Durante mi viaje del norte hasta el sur visité Hue, de donde fui en bicicleta sobre el paso de nube, Hai-Van, hasta Da Nang y Hoi An, la ciudad llena de sastrerías y zapateros. Por Nha Trang y Da Lat llegué en Ho Chi Mih City, una ciudad moderna, donde se siente la influencia de los americanos.
Durante mi estancia en Ho Chi Minh City estuve en un barco en el Mekong y admiré los mercados, los pueblos flotantes y sobre todo la gente cordial.
Al final de mi viaje pasé otra semana an la isla Phu Cuoc, donde alquilé una choza en la playa. Un hombre con moto me llevó a diferentes lugares, a una fábrica de salsa de pescador, a una granja de camarones y en la ciudad capital de la isla, Duon Dong.
Era una buena e inolvidable experiencia, sumergirme en una cultura extranjera, olores y aromas extranjeros y excitantes, comidas sabrosas, el paisaje que cambiaba del norte al sur, impresionante.
Lo que me hizo pensar, es la sensación de ser un extraño, que todos ven, que no soy como ellos. Así debe ser con los que vienen de países lejanos en Suiza.
En el 2009 mi marido y yo hicimos un gran viaje en Argentina y Chile por tres meses. En total recorrimos más de 12’000 km o en autobús o en coches de alquiler. La distancia más larga iba de Puerto Madryn hasta El Calafate. El viaje en autobús duró 23 horas y nos condujo en su mayor parte a través de la Panamericana. Durante todo el viaje cuando se miraba por la ventana no se veía nada más que tierra seca, hierba amarilla y arbustos volantes por el viento. Así es la pampa: una vastedad infinita sin verde, agua, arboles, animales, pueblos.
Solo por los kilómetros de cercas de alambre de púas (Stacheldrahtzaun) sabía que había gente viviendo en esta zona.
Por fin llegamos al Calafate y de allí hicimos una excursión al famoso glaciar Perito Moreno.
Este espectáculo natural único nos compensó por el largo viaje agotador.
Mi viaje más largo
Nunca hubiera pensado que una vez haríamos un viaje tan largo.
Pero entonces mi hijo y su pareja fueron a trabajar a Nicaragua por dos años. Para nosotros había llegado el momento en que decidimos visitarlos, y eso dos veces.
La segunda vez fuimos el día de mi sexagésimo (60.) cumpleaños. En la madrugada tomamos el primer tren de Berna hasta el aeropuerto en Zurich. Entonces comenzó el viaje largo con cambios de avión en Amsterdam y en Panamá. Hora tras hora pasábamos leyendo, durmiendo, comiendo y mirando por las pequeñas ventanas, pensando en lo que nos podrá esperar.
Por fin llegábamos a Managua, por la diferencia horaria era el mismo día que empezábamos nuestro viaje y todavía era mi cumpleaños.
No sólo fue un viaje de vacaciones para descubrir partes del país. También podíamos acompañar a nuestro hijo al trabajo con campesinos. A veces estos lugares estaban muy lejos de la civilización.
Jamás voy a olvidar las experiencias y situaciones con los campesinos. Su alegría, su orgullo y su gratitud, que nosotros, los padres de Christoph los visitábamos y se interesaban por ellos, fueron conmovedores (berührend).
Nunca antes habíamos experimentado (erlebt) tanto: excursiones bonitas, otra cultura, la música, encuentros bonitos e interesantes y mucho más.
Nuestros sentimientos alternaban de alegría y felicidad a tristeza y lágrimas por tanta desigualdad.
Pero Nicaragua quedará por siempre en nuestra memoria y en nuestro corazón.