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Enseñar al adulto 55+

Ningún profesor se encuentra exento —independientemente de los años que lleve enseñando español— de recordar de vez en cuando ciertos conceptos necesarios para definir mejor la estructura interna de una unidad didáctica para aprovechar mejor el plan de trabajo que definiremos para el adulto 55 +.

Aprovecho para presentar a continuación cuatro términos conocidos en la enseñanza que deberíamos tomar en cuenta al impartir clases a este nuevo público.

La pedagogía: proviene del griego paidos —que significa «niño»— y agogos, que significa «guiar». Es la ciencia que se ocupa de educar. Este es el témino «alfa» dentro de la enseñanza.
Pero, no estamos trabajando con niños, nuestros estudiantes son adultos mayores, ávidos de nuevas experiencias, pero con conocimientos pasivos de la lengua y la cultura.

Nuestra finalidad como profesores de español es la de guiar clara y consecuentemente a nuestro aprendiente en este nuevo camino.

¿Existe otra terminología más adecuada a este perfil de aprendientes?

La andragogía: Rosana Caravallo Colmenares autora del trabajo de investigación sobre “La andragogía en la educacion superior“

Propone la siguiente definición tomando en cuenta los cambios fluctuantes en los últimos años en el campo de la educación.

Sus palabras son las siguientes: »Las demandas de la sociedad del conocimiento y de la información han retado la concepción tradicional de pensar que existe una edad para aprender y otra, donde se aplica lo aprendido. El término Andragogía es el de mayor aceptación en la educación de adultos, como concepto que engloba diversas ideas para una teoría del aprendizaje sólo para adultos«.

Antes se definían dos etapas en el ser humano. Primero se hablaba de la etapa de aprendizaje, (la escolarización) y en la segunda etapa se ponía en práctica lo aprendido (la vida laboral). Las propias experiencias, las interacciones sociales y, no menos importante, la situación política, económica e histórica del país pasaban, por definirlo de alguna manera, desapercibidas.

Con la andragogía se valora este nuevo conocimiento adquirido con los años y se intenta encontrar nuevos caminos para optimizar el aprendizaje del estudiante adulto.

La didáctica: el origen de esta palabra se encuentra en el griego didaskein, que significa «instruir». Es la doctrina que enseña cómo instruir en algo a alguien. La didáctica se aplica en muchos campos y una de sus principales metas es dirigir los procesos de aprendizaje de una manera económica y eficiente. El profesor debe ser lo suficientemente competente para aplicar estos conocimientos didácticos y mantener presente la edad del alumno.

Sin perder de vista el propio bagaje académico o empírico del estudiante. Este detalle es muy importante para obtener resultados visibles en su aprendizaje.
Esto nos lleva al cuarto término, para mí indispensable: la reflexión.

La reflexión: Es ese enfoque minucioso que aplicamos a los procesos, tanto de enseñanza, como de aprendizaje, cuya finalidad es la de mantener a los dos partícipes del proceso activos y al mismo nivel de conocimiento, promoviendo la reflexión intrínseca para poder exteriorizar lo aprendido. Tanto el alumno del profesor, como del profesor del alumno.

Creamos así protagonistas de su propio aprendizaje, donde el profesor interactúa como mediador de lengua y cultura.

Sin olvidar sus roles dentro del aula; el profesor - enseñante y el alumno - aprendiente.
De esta manera creamos un andamiaje didáctico ralentizando la velocidad de la introducción de nuevo contenido para evitar un estancamiento emocional en el alumno.

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