1 franco 14 pesetas.
Me ha sido difícil entender el idioma en la película. Se habla muy rápido. Suiza en la película se representa muy bien.
Carlos Iglesias dijo en una entrevista: Suiza; un hermoso país con gente amable y buena infraestructura técnica y social. La sexualidad era más libre, la religión menos estricta y el contacto con las mujeres fácil. Más tarde, fueron las familias que se unieron, lo que a menudo causó problemas. Las suizas a menudo creían en relaciones serias.
Sus recuerdos de Suiza:
Mi padre dice que los mejores años de su vida fueron los que pasó en Suiza, de 1960 a 1966. Vivir allí nos abrió los ojos y fue muy difícil encajar la vuelta. Eran años difíciles: mi padre y su amigo eran dos oficiales de primera en la mejor fábrica del momento en España y no podían pagar su propio piso. Por eso vivíamos con mis abuelos en el sótano que les correspondía por ser porteros en una finca del barrio de Argüelles. Tiempo después de haberse marchado mi padre y su amigo a Suiza, un día mi madre me cogió, me llevó al tren, pasamos muchas horas de pie en el vagón, y... ¡llegamos a un jardín!
Salí de un sótano y me llevaron a un lugar maravilloso con un río, bosques, donde podía ir con la bicicleta en verano o jugar con el trineo en invierno.
He rodado en la casa donde me crié y a día de hoy, al abrir las ventanas, el paisaje sigue siendo el mismo que veía cuando era niño. Allí, desde el primer momento, aprendimos que “lo que es de todos es más mío que lo mío”, y no lo he olvidado nunca. Cuando volví a Madrid, ya con doce y trece años tenía discusiones con los otros chavales porque decían que los niños nacían... ¡por el ombligo! Yo alucinaba porque a mí me habían dado educación sexual en el colegio.
Aquello era un mundo impensable para los españoles, con lagos nudistas, bailes donde sacaban a bailar las chicas, quienes llevaban la iniciativa sexual, además. Las suizas se sentían muy halagadas con los piropos. Incluso vi debates en televisión sobre por qué las mujeres suizas se casaban con italianos y españoles, que qué estaba pasando.Cuando me anunciaron que nos veníamos, para mí fue algo normal, no me impresionó tenía la idea de que en España estaba mi familia, mis abuelos, mis tíos.
Lo traumático fue cuando ya estaba aquí. Desde que tengo 18, he ido todos los años a Suiza. Y a mis mejores amigos siempre les he llevado a conocer donde viví. Les reproché mucho a mis padres haber vuelto. Pero cuando escribí el guión de esta película, me decía que de haberme quedado en Suiza igual hubiese sido mecánico fresador en vez de actor. En cualquier caso ésta es una historia contada desde la perspectiva y la comprensión que da el tiempo, y desde la ternura y humanidad que da el haberla vivido.
1 franco 14 pesetas.
Me ha sido difícil entender el idioma en la película. Se habla muy rápido. Suiza en la película se representa muy bien.
Carlos Iglesias dijo en una entrevista: Suiza; un hermoso país con gente amable y buena infraestructura técnica y social. La sexualidad era más libre, la religión menos estricta y el contacto con las mujeres fácil. Más tarde, fueron las familias que se unieron, lo que a menudo causó problemas. Las suizas a menudo creían en relaciones serias.
Sus recuerdos de Suiza:
Mi padre dice que los mejores años de su vida fueron los que pasó en Suiza, de 1960 a 1966. Vivir allí nos abrió los ojos y fue muy difícil encajar la vuelta. Eran años difíciles: mi padre y su amigo eran dos oficiales de primera en la mejor fábrica del momento en España y no podían pagar su propio piso. Por eso vivíamos con mis abuelos en el sótano que les correspondía por ser porteros en una finca del barrio de Argüelles. Tiempo después de haberse marchado mi padre y su amigo a Suiza, un día mi madre me cogió, me llevó al tren, pasamos muchas horas de pie en el vagón, y... ¡llegamos a un jardín!
Salí de un sótano y me llevaron a un lugar maravilloso con un río, bosques, donde podía ir con la bicicleta en verano o jugar con el trineo en invierno.
He rodado en la casa donde me crié y a día de hoy, al abrir las ventanas, el paisaje sigue siendo el mismo que veía cuando era niño. Allí, desde el primer momento, aprendimos que “lo que es de todos es más mío que lo mío”, y no lo he olvidado nunca. Cuando volví a Madrid, ya con doce y trece años tenía discusiones con los otros chavales porque decían que los niños nacían... ¡por el ombligo! Yo alucinaba porque a mí me habían dado educación sexual en el colegio.
Aquello era un mundo impensable para los españoles, con lagos nudistas, bailes donde sacaban a bailar las chicas, quienes llevaban la iniciativa sexual, además. Las suizas se sentían muy halagadas con los piropos. Incluso vi debates en televisión sobre por qué las mujeres suizas se casaban con italianos y españoles, que qué estaba pasando.Cuando me anunciaron que nos veníamos, para mí fue algo normal, no me impresionó tenía la idea de que en España estaba mi familia, mis abuelos, mis tíos.
Lo traumático fue cuando ya estaba aquí. Desde que tengo 18, he ido todos los años a Suiza. Y a mis mejores amigos siempre les he llevado a conocer donde viví. Les reproché mucho a mis padres haber vuelto. Pero cuando escribí el guión de esta película, me decía que de haberme quedado en Suiza igual hubiese sido mecánico fresador en vez de actor. En cualquier caso ésta es una historia contada desde la perspectiva y la comprensión que da el tiempo, y desde la ternura y humanidad que da el haberla vivido.