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Diciembre: Los auriculares

Esperando o trem como sempre…reescrevo as minhas palavras, reescrevo a musica nos meus fones. 

El aliento helado saliendo de mi boca me recuerda que ya estamos en invierno, el silencio matutino de estos lares me invita a aguzar el oído para escuchar como cae —casi sin caer— la nieve, mientras yo me abro paso por esa nada inmaculada. 

Me obligo a levantar mi rostro escondido entre mi abrigo de lana color canela, mi bufanda gris-antrazit y mi gorro a juego para respirar profundamente; y, sin querer, en esta mañana decembrina evoco esas otras mañanas cálidas, luminosas y musicales de esos otros maravillosos lugares que he tenido la oportunidad de conocer. 

Los coches pasan, mientras yo me entretengo soñando despierta: faltan pocos días…. Hoy es lunes o día de la luna: der Mond. Muchas felicidades.

Amo viajar; ahora lo hago imaginariamente, antes me embarcaba hacia lo desconocido, por lo menos una vez al mes, pero este año es especial. Viajo a través de mis recuerdos porque es mi elixir de vida dentro de este estado terminal de la rutina, en este estado terminal del día a día. En estos tiempos en el que no se nos permite viajar.

Me coloco mis audífonos para completar este momento único. Escucho música, esa que, según el artista que la interprete, me hace vibrar y sensaciones extraordinarias me recuerdan momentos que me sonrojan: música de guitarras flamencas música de esas guitarras bohemias y únicas.

Desde hace algunos años este artilugio me ha robado el corazón. Creo que es el instrumento más sensual de todos. El virtuoso que la tañe sabe cómo arrancarle lamentos de pasión, alaridos de furia, murmullos de silencios; entre sus cuerdas se enredan cuerpos y dedos al mismo tiempo. 

El artífice que se atreva a tomarla como a una mujer sabría con seguridad cómo acariciar a su musa si la tuviese enfrente. Sabría, con seguridad, rozarla levemente con sus finos dedos en el momento justo y en el punto exacto, creando juntos sublimes melodías entre sus dedos y sus cuerpos excelsos.

Hoy es tu día der Mond y estoy feliz: «Tócame una melodía que me haga vibrar, que yo te cubriré de palabras para hacerte soñar».

Granada, 

Me subo a mi tren y con la monotonía del vaivén que me arrulla me doy cuenta de que el camino es largo me pongo un día más esa máscara, la de todos los días solo que la de hoy es diferente es azul como ese mar que añoro y que me arrulla.

Isla Barú

Ese mar que me recuerda a él. Él,  der Mond que se cuela en mis sueños como un abalorio de argento: él.

Él está allí acompañándome con su ausencia, entibiándome con su frialdad, amándome con su indiferencia. Dentro de poco será una fecha especial.

Me despierto; en mis auriculares sigo escuchando ese rasgueo de guitarra y yo sigo ensimismada en mis recuerdos. El tren continúa su viaje, yo continúo soñando, la nieve fina sigue cayendo: falta poco…

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