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Maternando en colores

Muttertag in Farben – Eine Begegnung mit „Totem 3“

Es war Muttertag – ruhig, hell und erfüllt von einem leichten Frühlingston. Im Zentrum Paul Klee in Bern lief eine besondere Ausstellung über Le Corbusier. Heute bin ich mit meiner  33-jährige Tochter schlenderten wir gemeinsam durch die Räume – nicht in Eile, sondern mit offener Neugier. Heute war kein gewöhnlicher Tag, sondern ein stilles Feiern für unseren  gemeinsamen Geschichte.

Vor „Totem 3“ (1961) blieben  wir  stehen. Das Bild war kühn, farbig, nicht klar umrissen – wie das Leben selbst.

Dieses Bild… ist wie wir „Muttern“. Nicht perfekt. Aber aufrecht. Bunt. Stark.“

Wir  lächelte: „Und manchmal ein bisschen schief, chaotisch… aber wir stehen noch.“

Wichtig war diese drei Daten, die Evolution des Kunstler zeichnen, aber gleichseitig die Evolution eines Mutters.

Die Farben erzählten ihre Geschichte:

  • Rot war ihr Feuer – die Kraft, durchzuhalten, zu kämpfen, zu lieben.
  • Blau war das sanfte Leise – die Umarmung, der Blick, der beruhigte.
  • Gelb – die Wärme in kleinen Gesten, im geteilten Lächeln.
  • Schwarz – die Schatten, die sie beide kannten. Aber nie allein.
  • Weiß – Raum für Neubeginn. Raum für Fehler. Raum für Hoffnung.

Es ist kein Denkmal. Es ist ein Totem. Es lebt. Es trägt dich. Es verändert sich.
Mutter werden ist wie ein weisses Leinwand, die durch die Jahren verschieden Bilder gemalt werden und manchmal malen wir über das gemalte, wir Corbusier über die Bild die einige Jahre brauchte und das perfekte bild zu kreieren.  Mut zu Malen heißt nicht immer zu wissen. Was es wir, aber Lust auf etwas aufregenden zu kreieren  ist das wichtigste.

Es ist kein bloßes Bild, sondern ein Erinnerungswerk. Ein Spiegel aus Farbe, Form und Gefühl.

Día de la Madre en colores – Un encuentro con “Totem 3”

Era el Día de la Madre – tranquilo, luminoso y envuelto en un suave aliento de primavera. En el Zentrum Paul Klee de Berna se presentaba una exposición especial sobre Le Corbusier.
Hoy, con mi hija de 33 años, recorrimos juntas las salas – sin prisa, con una curiosidad abierta. No era un día cualquiera, sino una celebración silenciosa de nuestra historia compartida.

Nos detuvimos frente a Totem 3” (1961).
La obra era audaz, colorida, sin contornos definidos – como la vida misma.

«Este cuadro… es como nosotras, las madres», dije en voz baja. «No perfecto. Pero erguido. Vivo. Fuerte.»

Sonreímos. «Y a veces un poco torcido, caótico… pero aún seguimos de pie.»

Tres fechas resaltaban – 1926, 1939, 1961. Importantes no solo por marcar la evolución del artista, sino también porque reflejan, en cierto modo, la transformación de una madre a lo largo del tiempo.

Los colores contaban su propia historia:

  • Rojosu fuego interior: la fuerza para resistir, luchar, amar.

  • Azullo suave y callado: el abrazo, la mirada que calma.

  • Amarilloel calor de los pequeños gestos, la sonrisa compartida.

  • Negrolas sombras que ambas conocíamos. Pero nunca solas.

  • Blancoespacio para comenzar de nuevo, para equivocarse, para tener esperanza.

«No es un monumento», susurré. «Es un tótem. Está vivo. Te sostiene. Se transforma.»

Ser madre es como un lienzo blanco que, con los años, se llena de distintas imágenes.
A veces, pintamos encima de lo ya pintado.
Así como Le Corbusier trabajaba sus obras durante años, agregando capas, borrando, construyendo… hasta que el cuadro encontraba su forma.

Tener el valor de pintar no significa saber siempre lo que va a surgir.
Significa tener el deseo de crear algo vivo, auténtico, emocionante.

Al final, Totem 3” no es solo una pintura.
Es un lugar de memoria.
Un espejo hecho de color, forma y emocióncomo la maternidad misma.

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