R E S P U E S T A A F R I D A
Octubre, 1957
Frida ¡mi traidora adorada!
Cartas que no serán nunca leídas - ¿podrían ser las más bellas, las más sinceras, las más profundas?
Soy un prisionero en el azul. Es el mismo azul que fue nuestro durante muchos años.
Y sigo prisionero y muriendo.
Un cáncer despiadado está transformando mí cuerpo en un campo de batalla de lo que mí imaginación artística no podría crear un matiz suficientemente sombrío.
¿Por qué me siento traicionado en mis ultimos momentos?
Imagínate: Casarme con una belleza que es 20 años menor que yo produjo la ilusión que, la hora llegue, podría morir teniendo la mano de mi futura viuda. Pero no has permitido eso. Me has dejado hace tres años. Me has dejado en la soledad. Me has dejado en una muerte solitaria.
Como todos los que sienten el aliento del más allá yo comenzé a buscar rayos de esperanza pasados para consolarme. Y, como un loco, me perdí en una última lectura de nuestras correspondencias, ese espejo de nuestras tormentas y beatitudes de amor.
Así encontré de nuevo tu “carta mentira” escrita de París en 1939. Es una de tus más intensas declaraciones de amor que recibí de tí. No recuerdo si, o cómo, yo contesté a ella en 1939.
Solo recuerdo que, durante tu tiempo en París, me consumí de celos absurdos que combatí con propias infidelidades y mentiras. Hoy, en mi última respuesta a tu carta de amor de París, busco la fuerza del perdido para escribir: ¡No hay ningún perdón por las injusticias que has sufrido de mi parte!
Yo sé, ya no te sirve de nada en tu tumba – pero para mí, antes de mi cercano fin, es esencial admitir: ¡lo mejor en toda mí vida fue mí amor por tí!
Cartas que no serán nunca leídas - ¿podrían ser las más bellas, las más sinceras, las más profundas?
Abrazo a mi difunta adorada,
Diego.
Federico, 28.03.2022
R E S P U E S T A A F R I D A
Octubre, 1957
Frida ¡mi traidora adorada!
Cartas que no serán nunca leídas - ¿podrían ser las más bellas, las más sinceras, las más profundas?
Soy un prisionero en el azul. Es el mismo azul que fue nuestro durante muchos años.
Y sigo prisionero y muriendo.
Un cáncer despiadado está transformando mí cuerpo en un campo de batalla de lo que mí imaginación artística no podría crear un matiz suficientemente sombrío.
¿Por qué me siento traicionado en mis ultimos momentos?
Imagínate: Casarme con una belleza que es 20 años menor que yo produjo la ilusión que, la hora llegue, podría morir teniendo la mano de mi futura viuda. Pero no has permitido eso. Me has dejado hace tres años. Me has dejado en la soledad. Me has dejado en una muerte solitaria.
Como todos los que sienten el aliento del más allá yo comenzé a buscar rayos de esperanza pasados para consolarme. Y, como un loco, me perdí en una última lectura de nuestras correspondencias, ese espejo de nuestras tormentas y beatitudes de amor.
Así encontré de nuevo tu “carta mentira” escrita de París en 1939. Es una de tus más intensas declaraciones de amor que recibí de tí. No recuerdo si, o cómo, yo contesté a ella en 1939.
Solo recuerdo que, durante tu tiempo en París, me consumí de celos absurdos que combatí con propias infidelidades y mentiras. Hoy, en mi última respuesta a tu carta de amor de París, busco la fuerza del perdido para escribir: ¡No hay ningún perdón por las injusticias que has sufrido de mi parte!
Yo sé, ya no te sirve de nada en tu tumba – pero para mí, antes de mi cercano fin, es esencial admitir: ¡lo mejor en toda mí vida fue mí amor por tí!
Cartas que no serán nunca leídas - ¿podrían ser las más bellas, las más sinceras, las más profundas?
Abrazo a mi difunta adorada,
Diego.
Federico, 28.03.2022