zum Arbeitsmaterial »

Semana 02: Ecuador está enfermo

Ecuador, un país que conozco y, por las noticias, no lo reconozco. Recuerdo cuando salí de mi país, Venezuela, siendo una niña para asentarme en esas tierras frías cargadas de inocencia. Me sorprendía ver las calles adoquinadas, los buses abarrotados y a alguien que gritaba los destinos de los mismos.

Recuerdo acompañar alguna vez a mi abuela paterna al mercado central y ver cómo, con su timbre de voz grave, lento y seguro, inspeccionaba las manos de los cargadores del mercado para que le ayudaran con la compra. Todo era surreal: sus costumbres, su vocabulario, su forma de vestir, etc. Yo venía de un país en pleno apogeo económico, donde un dólar al cambio eran cuatro bolívares; eso lo recuerdo como si fuera ayer.

Después de algunos años, cambié nuevamente mi hogar y dejé a ese país, puedo decir, "en pañales" en todos los sentidos: social, cultural y económico, para vivir en Europa.

Llegaron los noventa, y mi país, Venezuela, ese que dejé de niña floreciente y marchando con paso fuerte al futuro, enfermó; parásitos y sanguijuelas llegaron a infestar el sueño del trabajo y de la superación para comenzar a caer por el precipicio de la miseria, la corrupción, la destrucción.

Llegaron los dos mil; mientras tanto, Ecuador prosperaba. Cada vez que iba a ese pequeño país, me maravillaba de cómo crecía: sus carreteras, sus teatros, su infraestructura, etc. Incluso su seguridad; era un país seguro, algo que no podía decir de mi país de origen.

Recuerdo cómo, en el 2019, caminábamos por las calles de Quito a las cuatro de la mañana sin miedo; no había peligro. Recuerdo cómo llovía y cómo nos reíamos.

Hace unos días me desperté con esta trágica noticia: ese cáncer malévolo de la codicia se ha apoderado también de ti. Ojalá y sanes pronto, Ecuador, te lo deseo de corazón.

Total visits: 647661

Melde dich hier für den Newsletter an
Was bist du?
crosschevron-down