Una historia curiosa y muchas preguntas antes de ver la triste noticia para los amantes del café del futuro.

En una soleada mañana exploraba las calles empedradas de esta pintoresca ciudad europea y mi amor por el café me llevó a entrar en "Café du Monde". Emocionada, me senté y leí con curiosidad el menú con tantas opciones de café de muchas partes del mundo.

El amable camarero se acercó sonriendo y me preguntó: "¿Qué me gustaría tomar esa mañana?" Inspirada, decidí  pedir un café de cada país mencionado en el menú: "Café Cubano" de Cuba, "Flat White" de Australia, "Café Americano" de EE. UU, "un tintico" de Colombia, "Café bombón" de España,  "Mazagrán" de Portugal.

Avanzando en su odisea de café, noté que los ojos del camarero se empequeñecieron, cuando pedí  el "Kopi Tubruk" de Indonesia. Con risas, explicó las particularidades de este último café. Sin embargo, al pedir con mi acento sudamericano un "Pharisäer" de Alemania, surgieron los malentendidos.

El rostro del camarero, después de unos minutos, se iluminó: "¡Ah, un fariseo! Lo siento por la confusión" dijo aliviado y sonrió. Mientras esperaba mi bebida, charlamos sobre las tradiciones del café en el mundo.

Unos minutos más tarde regresó con un "fariseo" humeante. Agradecida, brindé con él por la diversidad del café y la belleza de superar malentendidos. En el "Café du Monde", descubrí que la pasión por el café une a las personas a través de risas y malos entendidos".