zum Arbeitsmaterial »

Semana 40: Ligurien

Esta semana soy nuevamente "yo" la noticia. Salimos unos días y, si querer, nos encontramos dentro de una zona que se encuentra en plena "alerta roja" . Fue una experiencia extraña, pero siempre se aprende algo cuando tienes la oportunidad de pasar por situaciones que no estaban dentro de tus planes.

Me he permitido escribir sobre la mía, espero que podáis leerla. Luego hablaremos en clase sobre otras parecidas. Sabéis que todo texto es pretexto para practicar español.

Os propongo primero unas preguntas.

1.- ¿Conoces la región de la Liguria?

2.- ¿Las vacaciones en Italia antes - ahora?

3.- La relación del pueblo italiano con el pueblo suizo.

4.- Investiga qué paso en esta región en la semana 40.

La historia de "El mar, él y yo"

Tarde soleada, después de 22 meses, por fin mar. Es increíble el sentimiento de paz y de grandeza que esa masa de agua de colores indefinidos en mí despierta.
Respirar ese aire salino, sentir esa brisa marina rozando tu cuerpo como los dedos de tu amante aquella primera vez es una experiencia sensorial excitante. Estamos a principios de octubre ha comenzado oficialmente el otoño.
Mientras me acomodo lentamente sobre la arena, levanto varias veces la vista para observar a mi alrededor.
Una pareja corre a la orilla del mar jugando a no dejarse besar por esa espuma blanca de esa ola a medias que revienta furiosa, —de vez en cuando—,contra esa alfombra de piedrecillas oscuras y brillantes esparcidas a lo largo de la costa de la Liguria.

Ellos, con sus cuerpos firmes si tener todavía problemas con la gravedad de las carnes caídas o flácidas, se encuentran en la flor de sus vidas,¡Qué recuerdos! Aquellos que llegan a mi memoria. 
Al otro lado otra pareja; ella con su bañador de colores viste de vida a su ajada piel, mientras él —pelo en pecho, (gris, por supuesto)— se acomoda en su tumbona sacando una bebida de su mini-refrigerador listo para tomar el sol.
Nosotros estamos a la mitad; ni corremos uno detrás del otro para comernos a besos, ni buscamos la comodidad de la sala de la casa en la playa: no tenemos ni parasol, ni mini-refrigerador, ni tumbona.
Desvío mi mirada nuevamente y la dirijo al mar y lo veo. 

Allí está él jugándose la vida desafiando hoy a ese mar embravecido.
Capea las olas con su metro ochenta de estatura y su „imponente“ cuerpo —como él mismo lo dice— sin miedo.
Estoy lista… ahora a sus brazos ya es hora. También corro, aunque no con la velocidad de una ventiañera, pero con los ojos iluminados como hace 32 años.

Él me dice con señas que espere, yo simplemente me quiero abalanzar a sus brazos. Corro…
Una ola me atrapa y me tira con furia al fondo del mar. Se que estoy en peligro, ¿Dónde está él? Salgo a la superficie.
Veo sus ojos desesperados y a grandes manotazos quiere darse paso entre esa oleada —no me ve— y el mar me traga una segunda vez…

Estoy bajo el agua siento su cuerpo pasar sobre el mío, pero no me puedo sujetar; trago agua. 
—Quiero vivir, quiero vivir, aún quiero vivir: Me sorprendo con mis propios pensamientos.
Salgo una tercera vez, yo intento pesadamente llegar a la orilla esa ola gigante me persigue y le grito: —no esto lista déjame salir…

En la orilla y pasado el susto nos abrazamos, como siempre, él no me dijo nada. Solo nos sentíamos aliviados y agradecidos de estar otra vez uno en los brazos del otro.
Seguimos disfrutando del sol, la arena y el rugido del mar en silencio hasta que fuese hora de regresar al hotel.
Llegamos y en la tv se anunciaba: „Liguria“ alarma roja. El mal tiempo se avecinaba…
Dormir fue difícil entre el rugido de ese mar que no amainaba, el silbido del viento y el recuerdo de esa tarde: todo se arremolinaba en mis adentros: Fue una noche larga…

Al otro día fuimos a pasear por calles desiertas y, entre una partida de Yatzzy, un cigarrillo y una buena conversación, (de esas que solo entablas cuando dos personas se pueden mirar directamente al corazón), regresamos al hotel escuchando y medio-entendiendo las noticias sobre „esa alerta roja“.

Al tercer día el mar ya había amainado, pero a la costa se podía apreciar el ímpetu de su fuerza: madera por doquier.
Los curiosos nos acercábamos a conjeturar sobre el daño causado: unos fotografiaban, otros escribían, otros construían barracas.
Los lugareños seguían a su ritmo. —Esto pasa „niña“ una vez por año.

Dejamos la Liguria con un sol radiante con un mar bello como lo encontramos el primer día, pero nuestro pensamiento y nuestro corazón llevaba un revolcón de arena y sentimientos bien merecido. Viajar solamente nos engrandece…

Total visits: 787427

Melde dich hier für den Newsletter an
Was bist du?
crosschevron-down